La Testosterona en Animales
La testosterona en animales
Estudios sobre mamíferos
Los estudios realizados en ratas han indicado que su grado de excitación sexual es sensible a las reducciones de testosterona. Cuando se les dio a las ratas pobres en testosterona niveles medios de testosterona, sus conductas sexuales (copulación, preferencia de pareja, etc.) se reanudaron, pero no cuando se les dio cantidades bajas de la misma hormona.
Por lo tanto, estos mamíferos pueden proporcionar un modelo para estudiar las poblaciones clínicas entre los seres humanos que sufren de déficits de excitación sexual como el trastorno de deseo sexual hipoactivo.
Todas las especies de mamíferos examinadas demostraron un marcado aumento en el nivel de testosterona de un macho al encontrarse con una nueva hembra. El aumento reflejo de testosterona en los ratones machos está relacionado con el nivel inicial de excitación sexual del macho.
En los primates no humanos, puede ser que la testosterona en la pubertad estimule la excitación sexual, lo que permite al primate buscar cada vez más experiencias sexuales con las hembras y, por lo tanto, crea una preferencia sexual por las hembras.
Algunas investigaciones también han indicado que si se elimina la testosterona en el sistema de un humano adulto o de otro primate adulto masculino, su motivación sexual disminuye, pero no hay una disminución correspondiente en la capacidad de participar en la actividad sexual (montar, eyacular, etc.).
De acuerdo con la teoría de la competencia de esperma, se muestra que los niveles de testosterona aumentan como respuesta a estímulos previamente neutros cuando se condicionan para ser sexuales en ratas macho.
Esta reacción compromete los reflejos del pene (como la erección y la eyaculación) que ayudan en la competencia de esperma cuando más de un macho está presente en los encuentros de apareamiento, permitiendo una mayor producción de esperma exitoso y una mayor posibilidad de reproducción.
Otros animales
La testosterona se observa en la mayoría de los vertebrados. La testosterona y el clásico receptor nuclear androgénico aparecieron por primera vez en los gnatostomas (vertebrados con mandíbula).
Los agnathans (vertebrados sin mandíbula), como las lampreas, no producen testosterona sino que utilizan la androstenediona como hormona sexual masculina.
Los peces producen una forma ligeramente diferente llamada 11-ketotestosterona.
Su contraparte en los insectos es la ecdisona. La presencia de estos esteroides ubicuos en una amplia gama de animales sugiere que las hormonas sexuales tienen una historia evolutiva antigua.